Trabajo de parto

Te aproximas a la Fecha Probable de Parto que te han estimado durante tus visitas a la matrona. Al fin ves muy cercana la semana 40 de gestación y el ansiado momento de tomar en tus brazos a tu bebé. Los nervios de los papis aumentan. Ante todo, tranquilidad. El nacimiento de tu hijo, salvo que sea programado por cuestiones médicas, sucederá entre la semana 37 y la 42. Su llegada te la anunciará el trabajo de parto. A continuación te explicamos todo lo que debes de saber sobre él para afrontarlo de manera tranquila y natural.

Primero, déjanos decirte que la mayoría de los partos se suelen desencadenar de forma espontánea. Si ya has pasado tu Fecha Probable de Parto, acudirás a la prueba de monitores y, junto al ginecólogo, escogeréis una fecha tope en la que ingresar para la inducción al parto. Aún en este caso, ¡relájate! Puede ser que comiences el trabajo de parto espontáneamente, antes de la fecha tope que hayáis fijado. Te lo digo desde la experiencia personal.

Pero, ¿qué es el trabajo de parto? Se llama así a las contracciones del útero que ayudarán a que dilates y se afine o «borre» tu cuello uterino para que tu hijo pueda pasar por el canal de parto y nacer. Estas contracciones no deben de confundirse con las de Braxton Hicks (síntoma común en el tercer trimestre de embarazo). Se trata de unas contracciones periódicas y progresivas en intensidad. Hay mujeres que las describen como un dolor de menstruación fuerte. Sentirás como si unas manos te estrujaran el bajo vientre desde dentro de tu cuerpo. Cuando las tengas, las distinguirás de las falsas contracciones sin problema.

No te asustes por lo que acabas de leer. Cada mujer es un mundo y cada trabajo de parto y alumbramiento es diferente. Las contracciones son molestas y dolorosas, pero tu cuerpo está preparado para aguantarlas, además contarás con todo un equipo sanitario que te ayudará y proporcionará los remedios necesarios para mitigar el dolor.

Fases del trabajo de parto

Monitoreo de las contracciones en la fase latente del trabajo de parto.
  • Primera etapa. Es la más larga y la más cansina. Puede durar unas 20 horas en madres primerizas y hasta 12 en madres multíparas. Es muy frecuente que durante esta primera etapa sintáis molestias en vuestro estómago, vomitéis o tengáis diarrea. De hecho, las matronas tienen el refrán de «parto vomitado, parto terminado», y es que vuestro cuerpo se está «vaciando» para el momento del paritorio, aunque suene asqueroso y las madres no suelan admitirlo luego. Esta primera etapa se divide en dos fases: latente y activa.
    • Fase latente. Comienza con unas contracciones suaves e irregulares que irán volviéndose periódicas y más fuertes. El cuello uterino se adelgaza o «borra» y dilatas unos 4 cm. Cuando acudes al hospital con estas contracciones te pasarán a una sala de control en la que monitorizarlas, así como tu tensión arterial y frecuencia cardíaca materna y fetal. También te realizarán un tacto vaginal para comprobar cómo está tu cuello del útero y cuántos centímetros has dilatado. Hay veces que, pese a la regularidad y fuerza de las contracciones, si aún no se ha «borrado» completamente tu cuello uterino y has dilatado menos de 4 cm, el ginecólogo y matrona te recomendarán volver a casa. Nadie está en vuestro cuerpo y sabe cómo os estáis sintiendo verdaderamente. Si tienes muchos dolores y piensas que no es una falsa alarma, insiste para que te dejen en observación e intenta andar para acelerar esta primera fase.
    • Fase activa. Ya con el borramiento del cuello uterino completado, esta fase se extenderá hasta que hayas dilatado 10 cm. Las contracciones se vuelven cada vez más fuertes y próximas, pues tu bebé está bajando por tu pelvis media. En estos momentos ya estarás ingresada en una sala de dilatación donde la matrona acudirá para realizarte exámenes pélvicos y también se mirará la frecuencia cardíaca de la mamá y el feto. En esta fase, si no has roto bolsa espontáneamente, es probable que aparezca la matrona para hacerlo y así tratar de aligerar el trabajo de parto. Para romper el saco amniótico introducirán por vuestra vagina una especie de aguja de ganchillo larga. Esto no duele, aunque ciertamente conlleva unos riesgos de infección y mala colocación del cordón umbilical en el feto; así que si os lo quieren hacer, preguntad y que os lo expliquen bien antes. Si la fase activa se alarga bastante, te sentirás cansada y es muy probable que pidas algún tipo de analgésico, como la popular epidural. Una vez que te inyecten la epidural no podrás levantarte ni comer, pero sentirás un gran alivio que te puede ayudar incluso a dormir antes de que finalice esta fase de trabajo de parto.
  • Segunda etapa. Es la etapa de pujar. Puede durar 2 o 3 horas en madres primerizas. Esta etapa se te pasará volando y sacarás unas fuerzas increíbles cuando pensabas que ya estabas agotada. Para el acompañante es un momento fascinante, pues es visualizar a la vida abriéndose paso. En el mismo paritorio, lo más común es que os coloquen en posición de litotomía y os amarren las piernas con correas a los estribos. Es muy probable que te realicen masajes perineales para reducir las posibilidades de desgarro durante el parto. Estos masajes puede que los conozcáis ya de la formación preparto; si no es así, lo sentiréis como si vuestra vagina fuera una tarrina de helado y estuvieran rebañando las paredes de la misma. Si el periné no se estira lo suficiente, para evitar desgarros graves harán un corte controlado, una episiotomía. Si el parto requiere el uso de herramientas como fórceps o ventosa (trabajo de parto demasiado prolongado), también se hará una episiotomía. Cuando la cabeza de tu hijo está atravesando el orificio de la vagina se llama coronamiento. Dura muy poco pero es posiblemente el dolor más fuerte que sintáis en todo el trabajo de parto, pese a estar anestesiadas. Tendréis una sensación de quemazón por toda vuestra vagina.
  • Tercera etapa. Al fin tu bebé ha nacido y, si todo ha ido bien, estarás disfrutando del piel con piel. Pero aún no ha terminado tu trabajo de parto, queda esta última etapa donde expulsas la placenta. Se trata del alumbramiento, que suele ser muy breve, pero que puede extenderse hasta media hora. Cuando la placenta no se desprende pese a los tirones que dé el ginecólogo del cordón umbilical ya cortado, estamos ante una placenta retenida, que puede generar una hemorragia post natal e, incluso, la muerte de la madre. Para evitar esto, el ginecólogo puede llegar a extraer manualmente la placenta, introduciendo su mano en tu vagina. Si te ocurre, no te preocupes, nos ha pasado a muchas. Te administrarán un antibiótico en el mismo paritorio y luego confirmarán, mediante ecografía, que ha salido la placenta al completo.

Deja un comentario