Amniocentesis

La amniocentesis es una prueba específica que habitualmente no suele realizarse. Sólo se pide en casos muy concretos como positivos en el triple screening del segundo trimestre, sospechas de anomalías cromosómicas durante la ecografía, algunas infecciones maternas o parejas con antecedentes de enfermedades cromosómicas o genéticas (como la hemofilia o distrofia muscular).

Este análisis consiste en extraer una pequeña cantidad de líquido amniótico, entre 10 y 20 ml, pues contiene células fetales que serán estudiadas. La extracción se hace con una jeringuilla con aguja especial que se clava a la altura de la línea que va del ombligo al pubis (donde luego aparecerá la llamada línea alba). Para evitar dañar al bebé durante la amniocentesis, antes de usar la jeringuilla se confirmará la posición del bebé por medio de una ecografía.

Esquema de una amniocentesis.

Aunque esta prueba no requiere de hospitalización, sí que es conveniente que se deje en observación a la madre un par de horas. No olvidemos que se trata de una prueba invasiva, por lo que siempre conlleva cierto riesgo que tu ginecólogo te explicará con antelación. El ginecólogo también evaluará los pros y contras de realizar esta prueba según las condiciones propias de las embarazadas. Tratará de evitarla antes de las 14 semanas de gestación, en embarazos con alto riesgo de aborto o en embarazadas con VIH o hepatitis B o C.

Si te ha tocado hacer esta prueba, ¡ánimo y paciencia! Es sólo para evitar las dudas de unos análisis basados en un porcentaje. ¡Podéis con todo y tu bebé será muy querido sea como sea!

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