Cuando tu embarazo está llegando a sus últimas semanas, es probable que tu matrona o ginecólogo te pidan hacerte la prueba de monitores o correas. Esta prueba se manda a criterio del especialista. Así, hay mamás que acudirán al hospital a realizarla a partir de la semana 37, bien por su estado de salud o el tipo de embarazo. Muchas iréis a hacerla cuando estáis a unos días de la fecha probable de parto y vuestro bebé parece estar muy cómodo ahí dentro.
Como sabes, controlar que no haya sufrimiento fetal es clave para que tu hijo nazca sin problemas, por eso se pedirá esta prueba si hay sospechas sobre el bienestar fetal. Esto puede ser por algún problema de salud que ha mostrado la embarazada o porque se ronda la semana 40 de embarazo y hay que confirmar que el envejecimiento y deterioro de la placenta no esté afectando al bebé. La prueba de monitores o correas es aquella que mide el bienestar fetal, comprobando los movimientos del bebé, su ritmo cardíaco y las contracciones del útero materno. En ocasiones, las contracciones comienzan días antes del parto sin que la mamá se haya dado cuenta.
Para realizar la prueba de monitores o correas pedirán a la embarazada que se tumbe en una camilla o se siente relajada en un sillón. Sobre la barriga se le colocarán dos cintas o correas con un sensor cada una. Uno de estos transductores o sensores comprueban los latidos del bebé, mientras que el otro analiza las contracciones uterinas. Estos datos pasan por unos cables a un monitor, que sacará las gráficas en bandas de papel. Suele hacerse durante unos 30 minutos. Esta prueba no requiere preparación previa, aunque hay embarazadas que optan por comer algo antes para que el bebé esté más activo.
Pruebas complementarias a la prueba de monitores o correas
Cuando vas a esta prueba como control rutinario en semanas avanzadas del embarazo, también es común que te hagan una ecografía. En esta ecografía se mirará la posición y tamaño del bebé, así como el estado de la placenta y la cantidad de líquido amniótico. Nuevamente, se trata de comprobar que vuestro hijo se encuentra en buenas condiciones.
Además de estas pruebas, el ginecólogo te explicará los riesgos que corre un bebé que pasa más de 42 semanas de gestación. Para evitarlos, se acude, en último término, a la inducción al parto. Tu ginecólogo te explicará el proceso y, juntos, fijaréis una fecha tope para ingresar al hospital si no te has puesto de parto antes. Igualmente, firmarás los consentimientos a las posibles intervenciones que te harían en la inducción al parto.
El día que acudas al hospital con trabajo de parto, también te realizarán la prueba de los monitores o correas al llegar. Se querrá comprobar la intensidad y periodicidad de tus contracciones. Una vez que se haya analizado esto, la matrona de ginecología te hará un tacto vaginal para ver cuántos centímetros estás dilatada y cómo se encuentra el cuello del útero. Si comprueban que, efectivamente, estás con el trabajo de parto y pides la epidural, también te volverán a realizar la prueba de las correas para ver que el bebé está bien ya que la madre perderá sensibilidad con esta anestesia.